FINUL y los helicópteros de evacuación.

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Superpuma

Disponer de todas las capacidades militares en una zona de conflicto es deseable, pero no siempre es posible.

El despliegue de una fuerza militar en el exterior es un proceso complejo, desde el punto de vista conceptual y logístico. Con la experiencia adquirida por España tras más de 30 años de estar presentes en operaciones militares en el exterior, nuestra clase política está habituada a las dificultades que supone proyectar una fuerza militar autosuficiente a cualquier escenario, por complicado que sea.

Es sencillo acusar permanentemente que se carecen de ciertas capacidades militares deseables, aunque aquí considero que se puede valorar ciertas consideraciones:

  1. Una proyección de fuerzas debe equilibrar la seguridad de la fuerza proyectada y el compromiso político y militar adquirido, que se suele manifestar mediante el cumplimiento de ciertos cometidos militares en una misión, desplegar en cierta área, prestar auxilios y socorro, proporcionar seguridad local y regional, etc.
  2. Aunque las FAS españolas disponen de un amplio elenco de capacidades, correspondientes a unos ejércitos que están integrados en la OTAN, con un presupuesto de defensa aceptable, el personal formado y con experiencia, no todas las capacidades están disponibles permanentemente. Incluso aquellas que parecen suficientes (número de personal para ser desplegado fuera) deben seguir ciertas normas, extendidas entre todos los países contribuyentes con fuerzas, que aseguren una rotación adecuada del personal, siguiendo un ciclo de adiestramiento previo a la misión, misón, rotaciones y descansos, re-adiestramiento para recuperar las capacidades que pudiern haberse debilitado durante el despliegue en el exterior.
  3. Existen recursos caros, muy caros, extraordinariamente caros. De dificil consecución, caro mantenimiento, caro en la obtención del personal adecuado y el mantenimiento de su capacidad operativa. Estos medios suelen ser aportados por las naciones con dificultad y se suelen alcanzar ciertos acuerdos para que estas capacidades sean «multinacionales». Aunque siempre es deseable que los medios de evacuación, que los medios sanitarios de tratamiento quirúrgico, que las unidades de desactivación de explosivos, etc. sean nacionales, no siempre es posible.
  4. Los estudios previos a un despliegue militar en operaciones suelen ser exquisitos por su profesionalidad, y eluden consideraciones de índole política (tanto nacional como multinacional). En estos estudios se oferta un catálogo de opciones militares, de tal forma que se pone a disposición un conjunto de fuerzas, con un coste económico, un programa de despliegues y actividades, y otras herramientas de decisión que se exijan, para que la decisión sea fundamentada. Es habitual que las capacidades militares presentes en la zona de conflicto varíen con las circunstancias, el nivel de compromiso, análisis de inteligencia, etc.
  5. Las decisiones de despliegue nunca son fáciles ni sencillas, ni frívolas. Es una labor compleja que pone de manifiesto el compromiso, practicamente permanente, de las FAS españolas con la mejora de clima de seguridad internacional. 

Con estas consideraciones, resulta sencillo comprender que es comprometido, sin conocer las interioridades de una misión en el exterior, elevar comentarios que presciden de mucha de la información propia de un despliegue. Lo deseable es ir al 100% siempre, jugar sobre seguro siempre, disponer de todas las capacidades en todos los sitios en todo momento. Por ahora, no tenemos más, pero tampoco tenemos menos.

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