Una chispa llamada Kosovo.

Lo que cincuenta años de Guerra Fría no ha conseguido, lo va a lograr Kosovo.

EEUU y Rusia está a la greña por un pequeño territorio centro europeo que pretende (y quizás lo haga) hacer una Declaración Unilateral de Independencia, lo que significa virtualmente a declarar abiertamente un conflicto con al actual Serbia, que es al estado a que pertenece.

La opinión publicada en España está ciertamente anestesiada ante lo que se nos avecina; y a la opinión pública no se les puede echar en cara que esten mas preocupado por la Navidades y los regalos de Reyes, que un asunto de políticos y de guerras. Siempre se les puede aplicar eso del… «vuelva usted mañana».

La crisis entre OTAN (incluidos los EEUU) y Rusia está cantada. Primero, el puñetazo en la mesa con la rotura unilateral por parte rusa del tratado FACE, que con otra lectura, e sun aforma de mostrar nervio; el patrullaje aéreo activo de las fronteras con EEUU, principalmente el en Artico; el patrullaje marítimo activo ruso del Mediterráneo, como tiempos atrás. Y todo por una región cubierta con población de origen étnico albanés, que está en territorio serbio.

 

Así que entre Albania, Kosovo y Serbia, está el problema. Y el resto de actores importantes, pendientes del más mínimo movimiento, porque en Serbia estalló la Primera Guerra Mundial, y porque la petición de ayuda serbia de que la OTAN proteja a las minorías serbias que residen en Kosovo, han sido tenidas en cuenta; pero, quien de verdad tiene un compromiso firme de ayudarles, es Rusia; Serbia no olvida los bombardeos de la OTAN en 1999, a espaldas del presidente Clinton, y las atrocidades continuaron mientras el «poder aéreo se paseaba por los cielos europeos, y tuvieron que entrar los «zordaos» de a pie para demostrar la determinación internacional. Finalmente, la OTAN y Rusia convivieron en la misma «operacion de paz», lo que calmaba la opinión pública rusa, y la conciencia euroatlántica.

Ahora mismo, Rusia hace gala de volver al panorama internacional con sus reservas de gas, a una Alemania dependiente, y el orgullo ruso renovado, y esta semana se ha materializado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la determinación rusa de no apoyar la independencia de Kosovo. Ahora asistiremos al ejercicio de una presión medida sobre todos los países del este de Europa, ya que la Unión Europea se ha mostrado vacilante, y ante el órdago independentista, lo único que se nos ha ocurrido ha sido arrascarnos el bolsillo, y poner dinero y una misión policial-judicial de más de mil personas.

Lo peor que podría ocurrir es que Rusia enviara una fuerza de consolidación de Kosovo como provincia serbia, una especie de neoprotectorado, ya que la comunidad internacional no tendrá arrestos de oponerse a los ex-soviéticos. Los estadounidenses están como locos por abandonar el teatro europeo y concentrar sus esfuerzos en Afganistán e Iraq, que no es poco. Así que la solución norteamericana de apoyar una independencia unilateral quizás no se logre. Y Rusia sigue cogiendo fuerza y desenvoltura, con la ventaja de poder mandar un mensaje claro a los países de Europa oriental, y la tranquilidad de poder cerrar la espita del gas a Europa Central para ver como nos consumimos, política y económicamente.

Sin embargo, EEUU que ha visto como Rusia vetaba el asunto de la independencia, tampoco se puede olvidar de Kosovo, y dejárselo todo a Rusia, porque si bien los intereses nacionales de seguridad norteamericana no están en Kosovo, lo que si está en juego es la posible «sobreextensión» americana, es decir, el inicio de su decadencia.

El tiempo nos dirá.